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RESUMEN DE LA PRESENTACIÓN AL PAPA FRANCISCO

(Marzo 2014)

 

El objetivo de nuestra Fundación Forever es crear un nuevo paradigma sobre la pobreza basado en la Cultura de la Integración. Este paradigma se sustenta en la educación auténtica; en la integración real entre los miembros de las comunidades empobrecidas y los de afuera; y en el desarrollo verdadero y liberador. Además, debe superar la visión existente del Sistema de Ayuda, Cooperación y Desarrollo (SACYD) que domina hoy día en nuestra sociedad.

El SACYD (Sistema de Ayuda, Cooperación y Desarrollo compuesto por programas e instituciones gubernamentales, políticas sociales, organizaciones internacionales, cooperación internacional, fundaciones, empresas, etc.) está aislado y desconectado de la realidad de las comunidades empobrecidas. Es un sistema que funciona para sí mismo y que exalta la transparencia por sobre el impacto en quienes lo necesitan. El sistema se compone principalmente de programas aislados que, en la mayoría de los casos, se basan en la prevención. Esto demuestra una enorme subestimación y genera una gran marginación para con los pobres. Es necesario pensar en el desarrollo de los jóvenes en condiciones de pobreza, en lugar de verlos a ellos como potenciales infractores. Los resultados obtenidos con sus programas no han demostrado ser la solución para salir de la pobreza. Además, es necesario entender que para lograr un verdadero impacto hay que tomar la vida como un todo, integrada, relacionada entre los unos y los otros.

El SACYD utiliza una conceptualización simplista y arcaica de la pobreza, reduciéndola a lo económico. Pero no se es pobre económicamente y en lo demás no, no se es pobre en salud y en lo otro no, no se es pobre en educación y en lo otro no. Esas situaciones al sumarse van profundizando la condición de pobreza. El flujo socio-cultural de la pobreza condiciona y limita el desarrollo como persona, pero no es imposible salir de él.

Hasta tanto no entendamos de qué se trata la pobreza y ampliemos nuestro conocimiento acerca de ella en lugar de reducirlo, no seremos capaces de encontrar las soluciones que se requieren para que los pobres salgan de esa condición.

Entendemos que la clave para salir de la pobreza es la integración. Si los que están afuera no entran a las comunidades empobrecidas y los que están adentro no salen a los otros ámbitos, se crece entonces en un círculo vicioso que no se oxigena; disminuye el abanico de oportunidades y se desaprovechan las posibilidades de un desarrollo saludable. La integración, al considerarse las partes como iguales, a diferencia de la inclusión, logra modificar a los sujetos involucrados de forma tal que puede generar un verdadero desarrollo.

Optimizar los recursos tradicionales y aprovechar los recursos no tradicionales disponibles es condición necesaria para generar la cultura de la integración. Entre los no tradicionales se incluyen las universidades, los profesores, estudiantes, empresarios, la responsabilidad social empresarial, los medios, los intelectuales, los artistas, los vecinos, los maestros, las escuelas, entre otros. Ellos pueden por ejemplo,  ayudar a re-significar la importancia de la palabra, como un factor de desarrollo en las comunidades empobrecidas y generar espacios sociales de participación y organización.

La Universidad es la institución con el potencial para lograr la verdadera integración entre los unos y los otros. Pero, hasta ahora, las universidades han crecido dándole la espalda a los pobres y a la pobreza. Los jóvenes de esas comunidades no conocen la Universidad ni por fuera y se ha creado un sistema que solo premia las excepciones. No alcanza con unas becas más, ni con elegir a los mejores de cada escuela, ni con bajar el 8 del PAES. Así elige el SACYD, y es una demostración más del fracaso en la conceptualización y, por ende, en el tratamiento de la pobreza.

La oportunidad educativa y la continuidad académica de estos jóvenes terminan con el bachillerato al producirse un embudo. Los problemas no son tanto la mala educación que han recibido, ni que puedan entrar todos a la Universidad, ni el factor económico; sino conseguir legitimar ese emparejamiento -esa igualdad- que significa compartir el ámbito universitario, y que atenta contra los privilegios históricos de una sociedad satisfecha. Este es el problema más difícil de resolver.

Desde la Fundación, creemos que la educación puede impactar lo suficiente como para generar un verdadero desarrollo liberador y buscamos la continuidad académica basada en dos aspectos: la necesidad de otras condiciones de acceso a la Universidad y la mayor igualdad en la formación de los jóvenes y de sus familias. Esta tarea debe ser realizada en tres ámbitos distintos pero igualmente importantes: en el ideológico, en el institucional (universidades, escuelas, Ministerio, SACYD, etc.) y en el comunitario.

En el ámbito ideológico desarrollamos conceptos novedosos que sirven como sustento para realizar los cambios estratégicos necesarios, que permiten un verdadero desarrollo y una salida de la pobreza a partir de los beneficios de la Cultura de la Integración.

Para el ámbito comunitario, hemos diseñado un Proceso Formativo de Integración que cuenta con una serie de actividades integradas que deben realizar los jóvenes y sus familias: mantener 7 como promedio en la escuela; asistir a las clases estipuladas por la Universidad y que forman parte del Curso PrePaes; visitar dos universidades cada año; asistir a los refuerzos escolares; participar de las 26 Clínicas de Futbol Forever; asistir a clases de informática; asistir a las dos charlas motivacionales con personalidades del ámbito empresarial, artístico, deportivo, etc.; participar en un curso de capacitación en el Hotel Marriott, en la radio YSKL, en la Escuela Mónica Herrera o en La Prensa Gráfica;  participar como voluntarios en la comunidad; que los padres, familiares o tutores participen de las clases de seguimiento y de las clases sobre El ADN de la Pobreza, al igual que sus hijos entre otras.

En el ámbito institucional, venimos trabajando hace años para que las universidades modifiquen tanto las condiciones de acceso como los requisitos de ingreso. Como parte de ella deben aceptar el Proceso Formativo de Integración en lugar de la nota 8 del examen de la PAES para la obtención de una beca.

La implementación de estas acciones logrará, por ejemplo: que las familias estrechen lazos entre sí, que los pobres vayan saliendo de la pobreza a partir de la integración, que “los otros” conozcan el país desconocido a través de esos alumnos, que se revitalicen las comunidades empobrecidas, que las generaciones futuras no estén condicionadas, que haya mayor eficiencia en la utilización de los recursos tradicionales del sistema de ayuda y cooperación, que haya una sociedad más justa e integrada.

Afortunadamente, nuestro trabajo ha comenzado a dar sus frutos. Hemos logrado que estudiantes universitarios trabajen en las comunidades, que los medios de comunicación concedan espacios relevantes a la temática de la pobreza y que muchas de las universidades participen en el desarrollo de la Cultura de la Integración.

Este último punto es un hecho histórico para la salida de la pobreza y se manifiesta en la Carta Compromiso firmada el 20 de mayo de 2014 entre la Fundación y siete instituciones universitarias, para llevar a cabo el Programa de Educación por la Cultura de la Integración. Mediante este acuerdo, las universidades se comprometen a adjudicar en un plazo no mayor a tres años, el 30% de los cupos anuales de ingreso a los jóvenes que estudian en las comunidades empobrecidas y que hayan aprobado el Proceso Formativo, y a aceptar este último como nueva metodología de ingreso.

También se acordó que, con el gran conocimiento que existe en las universidades y con el que también existe en las comunidades, podemos y debemos crear una Ciencia de la Pobreza, capaz de mejorar las condiciones de vida de los niños, jóvenes y adultos que viven en las comunidades empobrecidas. Por otro lado, el acuerdo firmado consigue integrar a los  estudiantes, profesores y vecinos con el fin de revitalizar a las comunidades y a la universidad.

Desde hace unos años, nuestros jóvenes están consiguiendo ser los primeros de sus familias en haber logrado entrar a la universidad, graduarse y empezar a salir de la pobreza cortando un ciclo que se ha perpetuado por generaciones.

Eso es salirse del molde, ganarle al sistema, mejorarlo. Lo estamos haciendo entre todos, se puede, aunque sabemos que falta mucho por hacer.

 

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